
Anualmente significan mucho tiempo y dinero a las IES, los resultados no cambian con el tiempo y condicionan la autonomía universitaria, revela un estudio.
Aunque dan elementos de comparación y jalonan el trabajo de las universidades en ciertas áreas, terminan constituyéndose en un factor de mercadeo e inciden, a veces erróneamente, en la toma de decisiones de política pública. En últimas, terminan siendo un “negocio” para las llamadas universidades de clase mundial, pero no para el sistema en su conjunto.
Después de un seguimiento a los resultados de rankings internacionales en 10 años, no se han producido cambios relevantes ni se llevarán a cabo, sugiere el artículo “Universidades bajo presión: el impacto del ranking internacional de universidades”, acabado de publicar en https://www.researchgate.net/, por los investigadores de la Universidad de León (España), Javier Vidal y Camino Ferreira.
El estudio concluye que las clasificaciones universitarias internacionales no deberían ser una fuente relevante de información para considerar la calidad de las universidades porque esto puede tener un impacto negativo en el desarrollo de políticas a mediano y largo plazo en educación superior y en las propias universidades. Las universidades deberían concentrarse en su misión y debe proporcionar información válida y confiable a todos los interesados sobre el nivel de logro de sus objetivos, señalan los investigadores, que revisaron los artículos científicos, publicados en inglés entre 2012 y 2019, en las bases de datos: Web of Science, Scopus y ERIC.
Las clasificaciones internacionales (como las de Shangai-Arwu; Times -The- y QS) tienen más impacto mediático pero -según los autores- son menos coherentes que las nacionales, que tienen forma de unificar mejor los criterios de comparación. Además, señalan, las clasificaciones internacionales caen en el error de trabajar con información disponible incompleta y con opiniones de expertos, que generalmente se dejan llevar más por el prestigio (renombre mediático) que por la calidad.
Matriz DOFA para analizar los rankings
Sugerida por los investigadores:
Fortalezas
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Oportunidades
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Debilidades
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Amenazas
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Recomendaciones
Para los investigadores, una opción es elaborar clasificaciones más útiles, adaptadas a la realidad local de las universidades, así como a sus propias misiones, en desarrollo del propio ámbito de la autonomía.
Hay aspectos que, por lo general, poco o nada evalúan estos rankings, como por ejemplo, la real formación de buenos profesionales, realizar tareas de innovación, contribuir al desarrollo económico y social de la región en el que se ubica la universidad, capacitar a nuevos ciudadanos, y contribuir a la reducción de la desigualdad social.
Las clasificaciones no responden a todas las universidades, ya que solo un pequeño porcentaje (alrededor del 3-5 por ciento) pertenecen al grupo considerado universidades de clase mundial, de tal forma que es imposible para la mayoría de las universidades (95%) cumplir con la mayoría de los requisitos y criterios de las clasificaciones internacionales.
Si una universidad no tiene la misión de ser internacionalmente excelente con un alto nivel de investigación, no puede reflejarse bien en las clasificaciones actuales, y debe renunciar a no pertenecer a las mejores universidades de investigación del mundo. Sin embargo, esto no debería ser frustrante, mientras que no cumplir su misión como universidad debería serlo.
Estas instituciones, concluyen, no pueden gastar tiempo y dinero explicando los mismos resultados cada año cuando algunos resultados son obvios y algunos no tienen sentido.
Fuente: Observatorio de la Universidad Colombiana