ASPROUL

Una durísima respuesta pública motivó la columna del jefe del partido Cambio Radical, GERMÁN VARGAS LLERAS luego de que a través del Diario EL TIEMPO de este domingo 8 de agosto arremetiera contra FECODE y los educadores a través de una columna que tituló: “Recuperar la Educación Pública”.

Transcribimos la respuesta tomada del muro de Facebook de su autor, el educador ALBERTO ORTIZ SALDARRIAGA

Doctor
GERMÁN VARGAS LLERAS
Político y candidato presidencial de oficio

Respetado señor.

Pregunta usted desde su columna del diario capitalino EL TIEMPO de este domingo 8 de agosto ¿Qué razones poderosas mueven a FECODE para oponerse a la presencialidad? cuestionamiento que como un simple educador de base, y no como vocero o representante de FECODE o de alguna de sus filiales, quisiera entrar a responderle de manera pública. De antemano presento excusas si me excedo en la extensión de la respuesta, pero lo considero pertinente y necesario.

Sea lo primero entonces aclararle: los docentes no nos oponemos a la presencialidad como usted de manera simplista e imagino que malintencionada lo afirma. Nos oponemos, eso sí, a un retorno a instituciones cuya infraestructura no ofrece condiciones mínimas de bioseguridad y que por obvias razones no otorgan garantías para la vida y la salud a docentes, estudiantes y padres de familia.

La razón poderosa detrás de una oposición razonada es entonces nada más y nada menos que de rango constitucional y fundamental. Y es que juramos, al momento de tomar posesión formal de nuestros cargos, acatar y cumplir una constitución que establece el derecho a la vida como valor fundante de nuestro maltrecho (por ustedes, los políticos de profesión) estado social de derecho.

Aunque usted, intencionadamente lo olvide, el artículo 4 Superior señala que la constitución es norma de normas y que en todo caso de incompatibilidad entre esta y normas de rango inferior (como la Resolución 777 y la Directiva Ministerial 05) debe aplicarse prevalentemente la norma superior. Adicionalmente en su artículo 6, nuestra carta de navegación señala que los servidores públicos “son responsables ante las autoridades por infringir la Constitución y las leyes… y por omisión… en el ejercicio de sus funciones”.

De una vez me permito aclararle, que de “omisión… en el ejercicio de… funciones” públicas no puede, como sería su deseo, sindicársenos pues a pesar del gobierno y de sectores políticos oportunistas como el suyo, que siempre han degustado y pelechado de las mieles del poder, hemos seguido trabajando virtualmente hasta donde las herramientas, infraestructura y conectividad que el gobierno debería garantizar -y no de ahora- lo han permitido.

Pero antes de recordarle responsabilidades, si de buscar culpables se trata, permítame como docente y  no como abogado (que no lo soy) seguirlo ilustrando sobre las normas de índole, supralegal en las que se fundamenta nuestro disenso frente a preceptivas de rango inferior que amenazan la vida y que su partido avala y aplaude.

El artículo 49 constitucional, por ejemplo, coloca como deber de todas las personas, y los docentes lo somos aunque a usted desde su arribismo, elitismo y clasismo le genere incomodidad reconocerlo, “el deber de procurar el cuidado integral de su salud y la de su comunidad”, lo que haya perfecta concordancia con lo dispuesto por el numeral 2 del artículo 95 de la misma norma al fijarnos como obligación a los ciudadanos responder con “acciones humanitarias ante situaciones que pongan en peligro la vida o la salud de las personas”.

Pero como quiera que usted podría alegar un conflicto entre los derechos a la salud y la vida y el derecho fundamental a la educación presencial, (del que no habla la Carta Política del 91 en su artículo 67), debo advertirle que tal situación la dirimió el propio constituyente del 91 al establecer en el artículo 44 Superior una categorización en la que figuran como derechos fundamentales de nuestros niños en su orden: la vida (1), la integridad física (2), la salud y la seguridad social (3) y, apenas en un octavo escalón, la educación y la cultura.

Aclarado lo anterior, debo expresarle que lo que sin duda si resulta “inaceptable” y una auténtica “desfachatez” es que sean precisamente personas como usted, que ostentó la condición de senador desde el 20 julio de 1994 hasta junio de 2008, de ministro de despacho, de vicepresidente y líder indiscutido de un partido que ha hecho parte de mayorías con peso político y capacidad de decisión, no sea quien empiece primero, y como correspondería, haciendo un mea culpa por omisiones que explican que la infraestructura escolar y hospitalaria, desnudadas por la pandemia, sean lo que lamentablemente son, cuando ni los docentes ni FECODE son quienes han gobernado y legislado en Colombia.

Es muy fácil desde la comodidad, desde los privilegios y desde imaginar que todos los colegios del país tienen una infraestructura similar a la de los países del primer mundo o a la de colegios tipo Nueva Granada o Los Nogales de Bogotá, salir -para no perder la costumbre de dar coscorrones y matonear- a atacar una vez más a los maestros como ya lo hizo cuando sin ninguna prueba e irresponsablemente cuestionó nuestra ética insinuando ante Darío Arismendi, en mayo de 2018, que como jurados electorales podíamos actuar deshonestamente.

Fuente: Diario Opinión y Noticias