
Tras la mascare de 150 personas en una escuela en Pakistán, a manos de un talibán, el espíritu de las clases cambió por completo.
Los maestros de la Escuela Secundaria Número 1, situada en Peshawar, al norte de Pakistán, ahora desempeñan otros cargos como jefes de seguridad, francotiradores y guardias de requisa en la entrada. Los docentes están pendientes de enseñar a leer, escribir y restar, pero también están pendientes de recargar las municiones de sus Beretta de 9 milímetros durante las jornadas académicas.
Lo que para las escuelas tradicionales era imposible, en este país se convirtió en un modo de vida. Los directivos de la institución apoyan a los maestros ya que según ellos la policía no tiene la capacidad de seguir protegiendo las escuelas. De otro lado estas son públicas y no tienen fondos para financiar seguridad privada.
A raíz de la masacre el pánico se ha sembrado en las escuelas. Después de casi un mes de clausura obligada se implementaron nuevas medidas como el levantamiento de muro con alambre en la parte superior, puertas de seguridad y cámaras.
A pesar de las fuertes medidas de seguridad, el gobierno es consciente de que los esfuerzos no son suficientes y como medida preventiva ha autorizado el uso de armamento por parte de los profesores en las instituciones públicas.
La medida ha sido polémica ya que algunos piensan que en vez de garantizar la seguridad, alimentan la cultura bélica. Lo cierto es que hoy en día cientos de profesores de las escuelas de Pakistán acuden armados a sus clases por su tranquilidad y la de sus alumnos.
Fuente: Diario Semana.