ASPROUL

semana

En particular, el general Rodolfo Palomino parece creer que puede explicar las dudas sobre su patrimonio, las preferencias internas con que han contado sus hermanos, dos coroneles activos, las irregularidades en las promociones y ascensos, las trampas en los concursos, los malos tratos a los patrulleros, las venganzas y amenazas a cualquiera que se atreve a abrir la boca, etc., etc., contestando que, tras los reclamos, únicamente hay “intereses oscuros y distractores perversos” que pretenderían hacerle daño a la Policía. Pero, además, el director insulta la inteligencia de los colombianos con su cinismo o, peor aún, con su ingenuidad. Le preguntan en Caracol Radio: “A usted le vendieron más barato que al coronel Mesa, un terreno de la misma extensión (en la zona más costosa de la sabana de Bogotá). ¿Allá les dan descuento a los generales más que a los coroneles?”. Responde: “¿Quiere que le diga una cosa? Eso es absolutamente cierto. Yo construí una casa, y una empresa muy importante de este país, muy próspera, me dio un descuento muy (sic) excepcional ¿Eso es indebido?”.

La retadora frase del director solo puede indicar su ausencia de moral social pues, desde luego, su propósito no era confesar sino defenderse. ¿Palomino recibe “descuentos muy excepcionales” de una “empresa muy importante” y supone que tales descuentos, como él llama a lo que otros podríamos calificar de coimas en especie, nacen del desprendimiento de la “próspera” firma constructora? ¿Cree que alguien dona cientos de millones de pesos sin esperar retribuciones futuras? General, por pura curiosidad: ¿Cuál es el presupuesto anual que usted maneja en contratación con los privados? Uno imaginaría que el mandamás de la Policía no se ganó ese regalo por azar o por simpático. Alguna incidencia debe tener el cargo que ostenta, pensaría un bobo de esquina.

En todo caso, la respuesta de Palomino constituye la aceptación si no de un delito, al menos de una falta disciplinaria con sanción de destitución por su monto y nivel. Esa conducta está contemplada en las leyes que combaten la corrupción y el enriquecimiento ilícito en el mundo, y se lee, específicamente, en los regímenes sobre donaciones y obsequios a servidores públicos. La norma es válida en Colombia, de acuerdo con el numeral 3, del artículo 35 del Código Disciplinario Único que rige a los funcionarios: “Está prohibido aceptar o solicitar directa o indirectamente dádivas, agasajos, regalos, favores o cualquier otra clase de beneficios”. La reacción de una de las periodistas que lo entrevistaba, aterrizó la conversación: “no, general, es que usted es de buena suerte”.

Tampoco son satisfactorias las tesis del ministro Villegas sobre “divisiones internas” que sugieren que el cuestionado director es víctima de una conspiración. La lista de reclamos es larga, empezando por la ahora famosa “comunidad del anillo”, una compraventa de favores sexuales de cadetes de la Escuela General Santander cuya existencia reveló, ciertamente, Noticias Uno en enero de 2014, hace casi dos años (ver enlaces al final de este texto). Esa red fue liderada por el coronel (Castellanos) que le vendió a Palomino, a precio de huevo, el terreno de la Sabana de Bogotá, tal como lo relató Daniel Coronell. Las investigaciones sobre el caso, en que, además de prostitución, hubo probable ruptura de la disciplina interna, tráfico de influencias y hasta el posible asesinato de una alférez testigo, que fue presentado como suicidio, no fueron tomadas en serio. La actitud negacionista del Gobierno llevará a realidad el “suicidio” de la vida pública de Palomino.

Por: Cecilia Orozco Tascón

Fuente: Editorial El Espectador.